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miércoles, 13 de enero de 2016

Capítulo 2. Enfrentando al mayor obstáculo: tu voluntad



La primera mitad la corres con tus piernas, pero la segunda mitad la correrás con tu mente.
Antiguo refrán de corredores

Caí 10 pies por la ventana y me di un golpazo contra el concreto. Eso me propino mi primer trancazo a los 11 años de edad, todavía aturdido tuve que ir por mi bicicleta sin que nadie me viera. Estaba escapando de casa para esconderme en la casa de mi abuela que vivía a 25 millas de ahí. Para llegar, tenía que conducir por luna avenida que no tenía carriles señalizados ni cruces para bicicletas, por lo que tenía que ir buscando caminos e improvisando movimientos. En retrospectiva, creo que ese fue el la primer señal de las cosas que me deparaba el destino.

Nací en Brooklyn y crecí en Jamaica, Queens entre 1970´s y 80´s era un escenario poco probable para que naciera un espartano de la era moderna. Mi padre era un importante hombre de negocios, no tenía un giro en específico, tenía desde pizzerías hasta aerolíneas. Durante algún tiempo hizo buena cantidad de dinero, le dedicaba muchas horas a su trabajo, de hecho la mayoría de los recuerdos que tengo de él, son recuerdos en los que se la pasaba trabajando como loco. No le importaba si estábamos en casa o de vacaciones – el seguía trabajando sin parar. Ese es una característica de él que tal vez yo herede, aunque no se manifestaría en mí hasta varios años después.

El trabajo y las ganancias de mi papá nos ayudaron a vivir cómodamente, lo cual fue grandioso. Pero su adicción al trabajo tuvo un precio, lo que me recuerda que  incluso la comodidad tiene sus inconvenientes. Recuerdo que yo era un niñito engreído que pensaba “no necesito ir a la escuela; ya que podría trabajar con mi papá”. No me podía quejar de nada, todo parecía perfecto en mi vida. Para ser sincero, era un mocoso malcriado.

Sin embargo, debajo de esa superficie de normalidad había una vida familiar disfuncional. Mi padre era italiano por lo que vivíamos en un vecindario italiano parecido al de la película GoodFellas. Mis padres tenían peleas en casa por lo que mi madre fue hospitalizada en más de una ocasión con lesiones serias como una nariz rota por ejemplo. Muchos de los miembros de mi familia estuvieron en la cárcel y de hecho varios nunca salieron. Cuando mis padres o abuelos iban a visitarlos a la cárcel me mentían, diciéndome que se habían inscrito en el ejército. Más tarde, cuando me entere de la verdad, también me entere de un adagio del vecindario: “Debes ser capaz de soportar el paso del tiempo…”siempre que estaba sufriendo o sólo quería que algo terminara, pensaba, podría ser peor.

Una forma en la que mi papá trato de compensarnos por todos sus excesos y falta de habilidades paternales fue sobornándonos con golosinas y permisos para hacer lo que quisiéramos. Él decía, “vamos por comida china” y “pueden dormirse tarde”. Ese fue su intento para compensar todas las cosas malas que hacía. Por supuesto, como niños, las golosinas y la libertad alimentaban nuestra imaginación de niños durante las noches.

Mi madre fue el yin y mi padre el yang. Mientras que mi padre estaba concentrado al 100% en los negocios haciendo dinero, mi madre estaba 100% concentrada en la salud y el bienestar.  Cuando tenía tres años, su madre murió de cáncer, una enfermedad que aparecía en niveles más altos en esa sección de Queens donde crecimos, quizá porque vivíamos cerca de un basurero. Esta pérdida, hizo que mi mama, mis tías y tíos buscarán respuestas. Eventualmente, entre todos abrieron una tienda de alimentos saludables en medio de nuestro vecindario. Porque apareció un negocio como este en medio de un distrito de salchichas, pasta, pizza, almejas, mejillones y vino, no lo sé, pero así ocurrió.

El hombre que trabajaba ahí cambio la vida de mi familia para siempre. Swami Bua era un yogui indio pequeñito pero muy poderoso, con poco cabello blanco y dientes chuecos que se había mudado de la India a la Ciudad de Nueva York para enseñar y practicar yoga y meditación. Él era un monstruo de la resistencia: él podía soplar en su caracola, al estilo Louis Armostrong, por varias horas con un solo respiro. Él había conocido a todos, desde Mohandas Gandhi y Bertrand Russell hasta Mohamed Ali. Cuando murió, algunos chicos decían que él había sido el hombre más viejo del mundo.

Inspirada por este increíble hombre, mi madre practicaba yoga, comía alimentos saludables y meditaba. Ella me inculcó este amor por tener una vida saludable, metiéndome en la cabeza importantes lecciones cada vez que tenía oportunidad. Su principal enseñanza fue que la vida no valía la pena a menos que la vivieras al máximo. Mi madre era una experta en lo que respecta a retrasar la gratificación, aunque no lo sabía. Mi madre tenía razón, solo que no lo aprecié hasta tiempo después.

A finales de los 1980´s, cuando la bolsa de valores colapsó, los valores inmobiliarios se desplomaron, y la fortuna de mi padre se derrumbó junto con ellos. Mis padres se divorciaron y me mude con mi madre y hermana a Ithaca, Nueva York. Se supone que mi padre le debía pagar a mi madre la renta como parte del convenio de divorcio, pero su propio negocio estaba colapsando, y eso significaba, que a veces, él no podía ayudarnos. Rentamos una pequeña casa, y había veces que no podíamos pagar la renta, y por supuesto no alcanzaba para tener una televisión.

El día que caí por la ventana y me escapé a la casa de mi abuela, era porque estaba buscando refugió. Mi madre era la que ponía la disciplina en la familia, y una vez que mis padres se divorciaron y mi padre no vivía más con nosotros, mi madre se volvió más estricta, algunas veces me golpeaba con una cuchara de madera u otros utensilios porque yo me volvía cada vez más difícil. Ese día me harté, mi madre me había hartado, gritándome y haciendo todo lo que una madre estricta acostumbra.

Así que yo quería vivir con mi abuela paterna, quien era más suave y dulce que mi padre. Ella nos daba todo lo que queríamos y yo podía ver TV y comer comida chatarra todo el día. En retrospectiva, yo quería seguir siendo un completo desastre, sin disciplina en la vida, como cualquier niño. Yo gravite hacia ello, como cualquier otro niño.

Para ser honesto, no todo era tan malo como sonaba. Eso me hizo tener una vida simple con metas simples. De repente me encontré haciendo todo lo necesario para asegurarme que hubiera comida en la mesa, yo trabajaba, quería ahorrar para la colegiatura de la escuela y poder pagar las deuda de la casa, para que fuéramos lanzados. Este era la forma de pensar del que fue en algún momento un niño malcriado con un padre rico, pero como todo en la vida, todo cambia.  Así que tenía un reto mayor ante mí, así que decidí enfrentarlo. Y como era de esperarse, cuando emerges del conflicto, como cualquier otro desarrollo en tu vida, son buenas noticias en comparación con tu estado anterior.

En retrospectiva, esta espiral financiera descendente fue lo mejor que me pudo pasar, porque recalibro completamente mi marco de referencia. Me hizo apreciar mucho más las cosas que solía tener en mi vida anterior. Era muy feliz con mucho menos, ya que todo por encima de esa línea base significaba mucho más.

Finalmente, estas experiencias, tan desagradables en ese momento, me ayudaron a ser el hombre que ahora soy. Me decía a mí mismo “nunca voy a estar en una situación en la que tenga que iniciar una familia sin tener dinero”. Me hice la promesa de nunca ser miserable ni abusivo. Trabajaría para alcanzar todas mis metas y superar todas las expectativas para ser una persona excepcional. Hasta hoy, nunca nos verás “abusando” de los corredores espartanos. Nosotros entrenamos, enseñamos y somos duros con ellos para hacerlos apreciar lo que tienen y convertirlos en mejores seres humanos. Esa es el alma de Spartan Race.

Así que mi plan era trabajar muy duro, sacrificarme en el presente para hacer dinero, y no casarme hasta que tuviera dinero y dejar la vida que había tenido durante mi niñez. Pensaba “voy a utilizar los siguientes 15 años trabajando duro mientras que mis amigos están de fiesta”. Pude alcanzar mis metas a través del trabajo y quitando del camino al chico del al lado, sin detenerme ante cualquier obstáculo que se me presentará.

Parte de eso fue lo que me hizo decidir que quería asistir a Cornell, aunque pensaba que no era un estudiante dotado ni mucho menos, y en realidad no sabía ni como estudiar. Mi amigo en ese tiempo me decía “Hey, vamos a parrandear todo el verano, y en otoño nos pondremos las pilas”. Yo decía “al carajo, yo voy a estudiar todo el verano ya que tengo que estudiar ahora que tengo oportunidad”. Al final él se fue a la Universidad de las Vegas, mientras que yo entre a Cornell. Así es como he conseguido todo en la vida, esforzándome, ya sea haciendo mi tarea de forma anticipada o entrenando para una carrera.

Para ganar dinero, empecé a limpiar la alberca de nuestro vecino. En ese momento, no sabía que él era la cabeza de la familia del crimen organizado Bonanno. Yo solo pensaba que él era un gran vecino interesado en ayudar a ganarse unos dólares al chico de la puerta de al lado. El abrir esa simple puerta cambio mi vida para siempre. Termine limpiando o construyendo albercas para todos los involucrados con las “cinco familias del crimen organizado” que tenían una alberca o querían construir una. Eso se convirtió en un negocio multimillonario con 700 clientes, una máquina lucrativa que empleaba a mi familia y amigos, y que servía para pagar mis cuentas y algo más.

Durante los 12 años que operé ese negocio, estaba en mi mejor forma porque hacía mucho ejercicio 7 días a la semana. Como resultado, podía comer lo que quería sin engordar. Sin embargo, con el tiempo entre a Wall Street, seguía comiendo de la misma manera, así que gane algunas libras. No paso mucho tiempo para encontrarme completamente fuera de forma.

Me sucedió lo que le pasa a madres recién paridas, atletas o cualquiera que come para mantener cierto desgaste o actividad física, es decir, que seguí comiendo de la misma forma aun cuando ya no tenía el mismo nivel de actividad. Un cuerpo en movimiento tiende a seguir en movimiento. Mi madre solía decir: es fácil ejercitarse cuando haces ejercicio.

Uno o dos años después, me comprometí con un amigo respecto a algo que parecía bastante ridículo, mi amigo había aparecido en la portada de  la revista Men´s Health y tenía un físico perfecto. Él quería que formará parte de su equipo para participar en una carrera de aventura. Aunque parecía una buena oportunidad para obligarme a retomar mi buen estado físico anterior, esta carrera parecía demasiado exigente para gente sin experiencia como yo. Sin embargo,  el siguió insistiendo y no descansó hasta que logro colocarme en la línea de salida de dicha carrera. Ahora me doy cuenta que ese evento cambio mi vida. Descubrí algo, que a partir de ese momento, guiaría mucho de mi vida: cuando te comprometes con algo, estás obligado a entrenar para ello. Así como en los negocios: estás forzado a trabajar.  Así como cuando tienes un hijo: estas forzado a cuidarlo. Antes que te des cuenta ya estás haciendo circo, maroma y teatro para cumplir con tus compromisos.

Mi primer evento de resistencia fue un medio maratón, el cual hice casi sin entrenar y sin tener ninguna preparación. La sensación que provocó en mí, fue algo como lo que un adicto debe sentir después de su primer toque – estaba enganchado. Algo se desencadeno en mi cerebro. Fui un chico al que se le tenía que obligar hacer casi todo. Ahora estaba involucrado en algo, que trascendía los límites del miedo, la incertidumbre y a mi propio cuerpo. Había conseguido varios millones con el negocio de las albercas, pero eso ya no era suficiente. Ahora me estaba enfrentando a mis propios demonios y los quería derrotar. Eso me súper cargo de energía.

Así que me inicie en las carreras de obstáculos y de aventura. Inicie con una carrera de aventura de 3 horas en la que se tenía que hacer ciclismo, natación, remar en kayak y correr, amé lo caleidoscópico de los retos que se presentaron. ¿Quién no amaría sentirse como un deportista olímpico o un marino, o un explorador? De repente, estaba ahí afuera haciendo esas cosas que solo había visto por televisión. Era un aventurero, y eso me hacía sentir increíble. Retomar mi condición física fue un juego de niños comparado con los efectos que el resto de los eventos de resistencia tuvieron en mí. Me ayudaron a definir quién era y en quien me necesitaba convertir. Inicié despertando súper temprano, comía súper saludable y finalmente seguí los consejos de mi madre respecto al yoga, lo cual había estado tratando de compartir conmigo durante 25 años. También empecé a encontrar amigos quienes disfrutaban estos retos al igual que yo.

Seguí cruzando la línea de meta en cada carrera. Le preguntaba a cualquiera que se dedicará a esas cosas: ¿Qué más hay, algo más difícil? “dame el reto más demandante que tengas”, eso se convirtió en mi mantra. Me volví adicto de agredirme a mí mismo. Lo único que quería hacer era participar en las carreras más locas y demandantes. Durante las carreras mostraba mucha perseverancia, incluso los demás me empezaron a llamar loco.

En 2001, participe en los siguientes eventos:
·         Raid International Ukatak, Canada, en Enero.
·         IditaSport, Alaska, en Febrero.
·         Odyssey Adventure Race, Big Island, Virginia, en Marzo.
·         OAR Beast of the East, Clayton Lakes, Virginia, en Abril.
·         Raid the North Extreme, Newfoundland, en Junio.
·         Adrenaline Rush, Dublin, Irlanda, en Julio.
·         Discovery Channel World Championship, Saint Moritz, Suecia, en Agosto.

Mientras más difícil la carrera, más la amaba. Imaginaba que así era como un astronauta se sentía – al experimentar cosas de la vida cotidiana, fueran completamente insatisfactorias. El historial de mis carreras de resistencia, en solo un año, tenía más de 50 ultra eventos, incluyendo 12 Ironman. La mayoría de mis carreras eran de 100 millas o más, con algunos maratones tradicionales entre ellas. Una vez hice la Vermont 100, el Iroman de Lake Placid y la Badwater Ultra en una semana.

Pero nada fue tan difícil como hacer la Iditarod a pie, lo cual fue muy loco. Estuvimos a 32 grados bajo cero durante toda la carrera. Me mantuve caminando durante 10 días. Imagínate orinarte encima porque el hecho de bajarte los pantalones era peor. Imagina que al meterte al agua, tus extremidades se entumecían inmediatamente. Imagina que tus pestañas están congeladas y que estas alucinando que los osos te están persiguiendo. Ah, ¿ya mencione estuve hambriento durante casi toda la carrera?

Estaba fuera de mi mente, y a veces, fuera de mi cuerpo. Parecía que estaba corriendo hacia algo o huyendo de algo. Me inscribí voluntariamente a un paseo a través del infierno, forzándome a situaciones donde el agua, el abrigo y la comida ocupaban cada pensamiento. En aquellos momentos, me di cuenta de lo verdaderamente importante en la vida, todas las cosas por las que estuve estresado durante muchos años, eran mera vanidad. Mi determinación para llevar mi cuerpo al límite era un esfuerzo paralelo con la necesidad de entender que es lo que impulsaba a gente como a mí hacer ese tipo de locuras.

LA SEGUNDA MITAD DE LA CARRERA

Un viejo refrán de corredores dice, “corres la primera mitad de la carrera con tus piernas, y la segunda mitad con tu mente”.  Lo creas o no, puedes hacerlo  aun cuando han pasado 8 días y piensas, “ya no puedo dar otro paso”. Me gusta decirle a la gente que salgan a correr sin dinero en una sola dirección tanto como puedan, y luego intenten regresar a casa. Ese es un comportamiento espartano. Este libro, y la Spartan Race, se tratan sobre la segunda mitad de la carrera, cuando tu mente no solo te juega bromas sino que te obliga a renunciar o a seguir adelante.  Donde la distancia se convierte en un pensamiento relativo. Una carrera larga para ti no significa lo mismo para mí, o para el chico o chica de al lado y viceversa.

Los humanos tienen una marcada resiliencia que a menudo no es utilizada, pero de hecho, la historia está plagada de hazañas de resistencia, pruebas de supervivencia que parecen casi imposibles. Yo no solo intento hazañas similares, las estudió. Consideró como se originaron, como se realizaron y hago autopsias de sus restos. Algunas veces el más pequeño detalle puede significar que la empresa completa falle. Para mí, estas expediciones son una metáfora sobre como la vida debe ser vivida. Estos hombres y mujeres deben estar agradecidos por haber vivido su vida al máximo.

Sir Edmund Percival Hillary hizo algo que ningún hombre había realizado antes, cuando él y un compañero explorador, Tenzing Norgay, conquistaron la cima del Monte Everest en 1953. Ellos fueron parte de la expedición Royal Geographic Society, la cual incluía una docena de alpinistas, 35 guías y 18 toneladas de equipo y comida. Era el tipo de soporte masivo que se requería para ayudar a dos hombres a llegar a la cima, a través de una ruta especialmente peligrosa.

Un equipo ya había fallado al tratar de alcanzar la cima antes de que Hillary y Norgar lo intentaran nuevamente. Hillary despertó esa mañana y se dio cuenta que sus botas estaban congeladas y adheridas al suelo. Tuvo que esperar dos horas para iniciar el ascenso final, ya que ese fue el tiempo que le tomó sacar sus botas del hielo antes de trepar la corta distancia restante. Luego del percance de las botas siguieron adelante, y a las 11:30 a.m. del 29 de mayo de 1953 alcanzaron la cima de la montaña que se eleva 29,035 pies. Hillary declinó ser fotografiado por Norgay en la cima del Everest. Hillary era un verdadero espartano: él no quería la fama, incluso estando en la cima del mundo.

Este no fue su único logro. Hillary también llegó a los dos polos de la tierra y dedico buena parte de su vida ayudar a la gente Sherpa de Nepal. Más tarde perdería a su esposa e hija cuando su avión se estrelló en los Himalayas, y el perdió el vuelo que terminó colisionando con otro avión sobre Queens, Nueva York en 1960. Nuestras cimas del Everest son efímeras, si somos lo suficientemente afortunados de alcanzarlas todas. Son una oportunidad para la reverencia y la humildad, no para levantar el puño o inflar el pecho.

En otra de mis aventuras espartanas favoritas, un hombre llamado Steven Callahan pasó 65 días a la deriva en una lancha inflable en el Océano Atlántico después que su bote se hundió. De alguna forma, tuvo la idea de bucear y rescatar algunas provisiones del bote hundido. Durante 1,800 millas náuticas, sobrevivió arponeando peces mahi mahi y peces ballesta. Improvisó herramientas para almacenar agua de lluvia para beber. También se las ingenió para mantener un régimen de ejercicio regular durante el naufragio, lo que le permitió perder solamente la tercera parte de su peso. En el día 76 de Callahan en el mar, pescadores lo rescataron cerca de las costas de Guadeloupe. Posteriormente, escribió un best seller, Adrift, el cual trataba sobre su hazaña.

Esto suena como una experiencia infernal, y en muchas formas, sin duda lo fue. Imagina el estrés provocado por tiburones rondando, el hambre, la sed, la soledad, equipo funcionando mal, y sin aparente posibilidad de ser rescatado- Callahan vio nueve barcos, pero sus tripulaciones no lo vieron. Había rescatado un arpón después del naufragio, y en algún momento, el calculó mal el tiro a un pez y realizó por error un agujero en su lancha. Imaginen el aburrimiento que casi lo lleva a la locura, que lo pudo haber obligado a realizar tantas locuras. Imagina que estas enfrentando el momento más incómodo de tu vida, multiplícalo por 10, y sobrevívelo durante 76 días. Incluso Callahan alcanzó la trascendencia durante esta aventura épica, descrita en sus memorias como “una mirada al cielo desde un asiento en el infierno”.

Estas historias de resistencia y eventualmente de triunfo frente a una gran adversidad forman parte de la historia espartana. Como en el caso de Callahan perdido algún tiempo en el mar, no siempre se trata de retos físicos. Callahan estuvo a merced del océano durante el viaje entero. Lo que hizo ese viaje tan memorable fue la perseverancia y el ingenio que utilizó para sobrevivir.

En muchas maneras, esto es lo que diferencia a las Spartan Races de otros deportes y actividades. Seguro se necesitará resistencia y fortaleza física para pasar los obstáculos, pero podría no ser suficiente; también tienes que buscar soluciones locas para problemas inesperados que se presentan durante todo el camino, así que tendrás que usar tu ingenio. Si Callahan hubiera estado en excelente forma, con los músculos bien definidos, eso podría haberlo ayudado- pero solo hasta cierto punto. La verdadera clave fue haber tenido la iniciativa de recuperar aquellos elementos después del naufragio, para fabricar dispositivos para recuperar agua de lluvia, para pescar sin caña… para sobrevivir.

Después, está la historia de sobrevivencia del aventurero sueco Göran Kropp. En octubre de 1995, dejo Estocolmo, Suecia, en bicicleta y rodo hasta la base del Monte Everest, llegando ahí en abril de 1996. Escaló el Everest, alcanzando la cima sin máscara de oxígeno y sin ayuda de los Sherpas. Después descendió de la montaña para eventualmente pedalear de regreso a Suecia. Si alguien te invita a emprender algún tipo de aventura salvaje, que te obligue a decir: “eso es imposible, o estás loco”. Recapacita tu respuesta, nada es imposible. Podrá ser duro, verdaderamente duro, pero completamente realizable si se dan las circunstancias correctas. El cliché es cierto: el que tiene voluntad, halla el camino. Retos aparentemente insuperables que te retan en los negocios, deportes, salud y relaciones, son más manejables y alcanzables de lo que te imaginas.

Las últimas dos expediciones que quiero mencionar no fueron una simple hazaña, como escalar el Monte Everest, o un accidente, como el desastre en el océano de Callahan. Estas fueron expediciones de descubrimiento meticulosamente planeadas, una concentrada en el Oeste Americano, y la otra en la Antártica. La primera es la expedición de Lewis y Clark, familiar para la mayoría de nosotros durante nuestros días de escuela. Comisionados por el presidente Thomas Jefferson después de la compra de Lousiana, esta fue la primera y más grande expedición para explorar y mapear los Estados Unidos más allá del Río Mississipi. El capitán Meriwether Lewis, el segundo teniente William Clark y un grupo de otros hombres empezaron en San Luis, Missouri y siguieron por canoa a través de Missouri, Nebraska y las grandes planicies hasta terminar en el Océano Pacífico en Oregón antes de regresar por la misma ruta hacia casa. Partieron en mayo de 1804 y regresaron a casa en septiembre de 1806.

No hay necesidad de remarcar, que fue un viaje de dos años y medio, con un solo incidente grave, un sargento murió debido a una apendicitis. Pero cuando los aventureros salieron a explorar nuevos territorios, sus rudimentarios mapas estaban incompletos, llevándolos a problemas constantemente. Una cita en el diario de Jefferson sobre uno de los primeros viajes al oeste sugería que Lewis y Clark tuvieron que cargar sus canoas del Río Missouri al Río Columbia. Desafortunadamente, las montañas Rocky estaban en el camino. Ese fue uno de muchos retos sorteados por estos valientes y aventureros exploradores. Los inviernos fueron devastadores, escasez de alimento y poblaciones nativas frecuentemente hostiles con estos intrusos del este.

Lewis y Clark hicieron contribuciones históricas, desde 140 mapas que dibujaron, hasta las más de 200 especies de plantas y animales; y más de 70 tribus nativas que descubrieron. Nada de esto hubiera ocurrido si ellos y sus hombres no hubieran tenido una mentalidad espartana. Estos hombres no crecieron conduciendo al súper mercado en autos con aire acondicionado para comprar alimentos procesados. Hoy pensamos que hacer un Ironman es un logro fenomenal: 2.4 millas nadando, 112 millas en bicicleta y 26 millas corriendo. O un maratón: la gente entrena 6 meses para correr uno, y cuando cruzan la línea de meta, es la cosa más maravillosa que han hecho. Bueno, Lewis y Clark hicieron eso mismo diariamente durante 28 meses.

En otras palabras, todo es relativo. Con el tiempo, hice mi primer Ironman. Ya había completado 8 carreras de 10 días, así que el Ironman se sintió como un calentamiento para mí. Solo tomo 12 horas. Pensé, esto es increíble. Esto es fácil. En contraste, si la cosa más intensa que he realizado es caminar al supermercado a un cuarto de milla, un Ironman podría representar un obstáculo imposible de vencer. En el pasado, debido a que no era un atleta natural, nunca pensé que pudiera hacer un Ironman cuando escuchaba sobre ellos. Pero después de realizar estas carreras de aventura de varios días, sabía que podría. Todo depende de tu marco de referencia.

Cuando ya has vivido todas esas experiencias, los problemas cotidianos no parecen tan graves. Sin esa experiencia, que no nos sorprenda encontrarnos con adultos exclamando, “Oh Dios mío, los niños están gritando y las bolsas del súper se rompieron. Que día tan horrible, hoy ha sido un desastre”. ¿Desastre? No tenemos idea de lo que es un desastre. Muchas personas se sienten innecesariamente obligadas a tener cosas que no necesitan, como autos lujosos, aparatos electrónicos y otras comodidades. Es desafortunado, pero así es como nuestra sociedad ha evolucionado.
Imagina la vida hace 150 años. Un oso te persigue en la mañana mientras tú estabas tratando de llevar leña para calentar tu casa. Un zorro se comió tu pollo. Ahora tienes que arreglar la cerca para que no vuelva a ocurrir. Oh, espera, tu hijo tiene neumonía, así que tienes que caminar 18 millas para conseguir medicina. Suena duro, pero pienso que todos necesitamos sufrir un poco. El umbral del dolor, la tolerancia a los obstáculos, solía ser mucho más grande antes que ahora. Nosotros tratamos de re-crear algunos obstáculos de aquellos días en nuestras Spartan Race.

Cuando lees los apuntes de Lewis, Clark, y sus hombres, no hablaban de estar deprimidos, a pesar de sus extremas dificultades. Estaban muy ocupados tratando de mantenerse vivos, sin melancolía a su alrededor. Ahora, la depresión se ha extendido en nuestra sociedad, entre todo lo bueno que tenemos. Todo este material de riqueza no los hace felices.

Sin embargo, nada resuena más con los Spartan que la expedición imperial tras antártica realizada por  Sir Ernest Shackleton y su tripulación en Octubre de 1914. Si la Spartan Race tuviera un santo patrón, Shackleton sería ese hombre. Shackleton realizó varias cosas impresionantes durante su vida y fue nombrado caballero, pero una de ellas sobre sale de entre todas las demás.

Dos veces, Shackleton trato sin éxito en convertirse en el primer hombre en alcanzar el Polo Sur. Desafortunadamente para él, en 1911, un explorador noruego lo logró antes que él. Perder tal premio puede romper el alma de un hombre. La gente recuerda a quien llego primero y planta ahí su bandera. El hombre que llega en segundo lugar es fácilmente olvidado. ¿Puedes nombrar al hombre que llego al nuevo mundo después de Cristóbal Colón? Incluso durante la llegada a la luna, tres hombres llegaron al mismo tiempo, pero recordamos a Neil Armstrong, como el primer hombre en pisar la luna.

Aun atraído por la Antártica, o tal vez porque quería un premio de consolación: él quería convertirse en el primer hombre en cruzar el continente congelado de punta a punta en el Polo Sur. El necesito 2 tripulaciones de 28 hombres (incluyéndolo a él), para cada uno de los dos barcos.  Un barco lo dejaría a él y a su equipo en un lado de la Antártica, mientras que una tripulación de apoyo encabezaría otra expedición desde el otro lado del continente. Dichos hombres podrían montar estaciones de abastecimiento que podrían ayudar al equipo de Shackleton en la recta final y recogerlos al final si todo salía conforme al plan.

Nadie puede acusar a Shackleton de hacer falsa publicidad, dado que el anuncio que el publicó fue el siguiente:

SE SOLICITAN HOMBRES
PARA UN VIAJE PELIGROSO. BAJO SALARIO, FRÍO, LARGOS MESES EN COMPLETA OBSCURIDAD, PELIGRO CONSTANTE, REGRESO SEGURO MUY DUDOSO. HONOR Y RECONOCIMIENTO EN CASO DE ÉXITO.
ERNEST SHACKLETON


Cinco mil hombres respondieron al anuncio, de los cuales 56 fueron seleccionados. 69 perros canadienses para trineos se anexaron a la expedición, una decisión que probablemente le salvaría la vida en formas que Shackleton jamás hubiera pronosticado.

Después de zarpar de Buenos Aires navegaron durante seis semanas, el barco de Shackleton, el Endurance, navego durante 100 millas cuando el barco tuvo que detenerse. Estaba rodeado por bloques de hielo, los cuales flotaban en la superficie del océano, convirtiéndolo en una hielera gigante. El clima no sería lo suficientemente cálido para derretir el hielo hasta primavera, para lo cual faltaban muchos meses. Nadie más sabía de la ubicación del barco ni del problema en el que estaba, por lo que estos marinos varados no podrían recibir ningún tipo de ayuda. Además, aunque hubieran sido capaces de transmitir su mensaje de ayuda, nadie en su sano juicio podría ser lo suficientemente loco para viajar ahí, aunque pudieran.

Después de 10 meses, el hielo errante chocó con el barco. Los hombres abandonaron el barco por orden de Shackleton. Montaron un campamento en un pedazo de hielo gigante con solo una fracción de las provisiones originales y solo tres de los cuatros botes salvavidas. Subsistieron gracias a la caza de pingüinos y focas en la constante obscuridad. Shackleton trato de realizar varias travesías fuera del pedazo de hielo, cada vez necesitaba ir más lejos abarcando cientos de millas para tener éxito, pero todas fracasaron. Esto dejo a los hombres más expuestos, en una posición más vulnerable que antes, cada vez con menos provisiones. Al final, para no morir de hambre,  tuvieron que sacrificar y comerse a los perros.

El gran bloque de hielo flotó por 1,300 millas hasta que se empezó a derretir; fueron de una situación extrema a otra. Los hombres se tuvieron que amontonar en tres lanchas para intentar llegar a las Islas Elefante a 150 millas de ahí, lo que no les aseguraba la supervivencia en absoluto.  Lo lograron, pero las islas no eran mucho más hospitalarias que la placa de hielo de la cual habían escapado.

Se dieron cuenta de que estaban fuera del alcance de cualquier ruta marítima, o rutas de comercio, por lo que Shackleton emprendió un último esfuerzo para sobrevivir: él junto con varios de sus hombres intentaron viajar 850 millas por el mar hasta la Isla South Georgia, un viaje a través de aguas heladas que requeriría una casi milagrosa hazaña de navegación. De alguna forma, lo lograron – solo para encontrar que habían llegado al lado equivocado de la isla. Así que tuvieron que caminar 36 horas a través de montañas y glaciares.
Al final, Shackleton rescato a todos sus hombres, pero el murió en su barco en la ruta de otra expedición polar cuando tenía 48 años de edad.

Lo que estos hombres – aventureros, pioneros, sobrevivientes – tenían en común es que se enfrentaron en algún punto, a una situación en la que ya no tenían más opciones. Hillary no se negó a la inmortalidad solo porque su bota se congeló y quedo pegada al suelo. Lewis y Clark no se negaron a seguir adelante solo porque sus mapas fueran imprecisos. En el caso de Shackleton y sus hombres tuvieron que comerse a sus perros, o hubieran muerto de hambre; tuvieron que realizar un viaje peligroso en el mar, o pudieron morir olvidados en esas islas;  ellos tuvieron que caminar a través de la Isla South Georgia sin descansar ni siquiera 10 minutos, porque podrían haber desmayado en el frío, pesé a todo ello, nunca se dieron por vencidos.

Ninguna de estas fueron situaciones fáciles. Pero la que más resuena conmigo es la historia de Shackleton, ya que por un lado, fue una hazaña de resistencia pura;  y desde otro punto de vista, mostró una increíble administración del proyecto.

ENCONTRANDO MI PROPIO CAMINO A CASA

Tal vez nosotros no hemos mapeado nuevos territorios o no nos hemos perdido en el mar, pero Andy Weinberg y yo hemos corrido por todo el mundo. A donde quiera que vamos, me preguntaba  si “¿podría vivir aquí?” estaba buscando lugar que me permitiera alejarme de los caminos fáciles, de los gadgets y de todas las innovaciones diseñadas para hacer la vida más cómoda y más segura. Quería regresar a como solían ser las cosas anteriormente. Una vez, estaba en otro país haciendo una carrera de 8 días cuando eso me vino a la cabeza. Los aldeanos locales que encontramos a donde quiera que íbamos siempre estaban sonriendo. Parecían siempre felices. Tenían todo lo que necesitaban porque vivían vidas simples. Eso empezó a tener más y más sentido. Eso me hizo sentido a mí, y eso quería para mi familia también.

Ese lugar resultó ser Pittsfield, Vermont. Así que en 2003, tome algo de dinero que había hecho en Wall Street y compre una granja orgánica de 140 acres. Después mude a mi familia a Pittsfield, rápidamente nos adaptamos al paisaje local. Me convertí en un hombre de familia que trabajaba la tierra usando métodos orgánicos de siembra. Anhelaba la simplicidad, y tenía tiempo para enfocarme en lo que tenía por delante: trabajar la tierra y criar a mis hijos.

Cuando llegamos a Vermont, fueron años difíciles. Los locales no nos aceptaban del todo, no había tráfico, ni siquiera en el buen sentido, todo se apagaba durante la temporada de casa. La gente tenía diferentes prioridades y las noticias viajaban muy rápido. Tomo algo de tiempo, pero al final, todo ocurrió como lo tenía planeado – afortunadamente.

Se suponía que Pittsfield, Vermont sería mi hogar para el retiro. Una especie de jubilación. Otros miembros de mi circulo allegado no solo me visitaban en mi nueva pensión, también se empezaron a mudar aquí. Probablemente hay 10 de nosotros por aquí ahora. Todo inició cuando Andy le dijo a su esposa que quería mudarse aquí. “Mi esposa es de Kansas City, Missouri, una gran área metropolitana con cerca de 500,000 habitantes”, el recuerda. “Había tiendas similares a Bed Bath & Beyond en cada calle, concreto por todos lados, autopistas con seis carriles. Así que le pedí que se mudará a Vermont, se llamó a si misma peregrina, mientras que en mi caso, estar afuera es lo que amo. Ahora mis hijos están siendo criados en un lugar seguro, limpio, donde la gente es feliz y donde hay mucho por hacer. Para nosotros ha sido mucho mejor y ahora ella lo disfruta. Le gusta la vida simple”.

¿Soy intenso? Si, y soy el primero en admitirlo. Hace una semanas realice más de 10, 000 burpees porque nuestro nuevo equipo de marketing me comprometió con ello. Tengo una enorme pasión por la vida, así como por todo el equipo Spartan. Cuando eres alguien con ese tipo de pasión, siento que debes compartirla con el mundo. ¿Qué lo provoca? Estoy seguro que en algún nivel es debido a los problemas que tuve en la relación con mi padre. Está bien responder al dolor emocional de la niñez con adicciones positivas y con una necesidad entusiasta de auto mejora. Como adultos nos paralizamos frecuentemente por esas antiguas preocupaciones y nos encontramos repitiendo los mismos errores cientos de veces porque nos repetimos que no podemos hacerlo.

Así que, convertí mi dolor en un motor y aprendí como dirigir el barco hacia la felicidad y el éxito. En realidad el dolor nunca se fue, pero he domado cada parte de él así como he entrenado mi cuerpo.
He tenido este sueño recurrente toda mi vida. En él, estoy atorado, trato de moverme más rápido pero no puedo. Corro pero no soy capaz de llegar a ningún lado – tal vez sea provocado por aquel profundo recuerdo de ese momento de mi niñez cuando tuve que saltar por la ventana.

He estado haciendo negocios desde que era un niño, y cada día, desde el segundo en que despierto y la luz me da en el rostro, se lo que voy hacer. Es como una voz en mi cabeza diciéndome: si no lo hago, ¿entonces quien lo hará? Últimamente he estado reflexionando si esta pasión necesita compartirse, creo que todos deben de darse la oportunidad de ir hacia las cosas que quieren lograr en la vida.

Lección de vida número 1 de Spartan Up!: cada obstáculo presenta una oportunidad.

En tiempos antiguos, un rey mando colocar una pesada roca en un camino. Después se ocultó y miró si alguien podría quitar el estorbo del camino. Algunos de los comerciantes más ricos y de los cortesanos pasaban por ahí y simplemente la rodeaban. Incluso, algunos insultaban y se burlaban del rey por no mantener los caminos limpios, pero ninguno hizo si quiera el intento de mover la roca.

Luego paso por allí un campesino cargando un bulto de vegetales. En cuanto se aproximó a la roca, bajo su bulto y trató de mover la roca a un lado del camino. Después de mucho empujar y jalar, finalmente lo logró. Después, cuando el campesino recogió su carga de vegetales notó una bolsa en el lugar donde había estado la roca. La bolsa contenía muchas monedas de oro así como una nota del rey indicando que el oro era para la persona que removiera el estorbo del camino. El campesino comprendió lo que muchos de nosotros no hemos podido: cada obstáculo presenta una oportunidad para mejorar nuestra condición.
-          Autor desconocido.
  

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