La primera mitad la
corres con tus piernas, pero la segunda mitad la correrás con tu mente.
Antiguo refrán de
corredores
Caí
10 pies por la ventana y me di un golpazo contra el concreto. Eso me propino mi
primer trancazo a los 11 años de edad, todavía aturdido tuve que ir por mi
bicicleta sin que nadie me viera. Estaba escapando de casa para esconderme en
la casa de mi abuela que vivía a 25 millas de ahí. Para llegar, tenía que
conducir por luna avenida que no tenía carriles señalizados ni cruces para
bicicletas, por lo que tenía que ir buscando caminos e improvisando movimientos.
En retrospectiva, creo que ese fue el la primer señal de las cosas que me
deparaba el destino.
Nací
en Brooklyn y crecí en Jamaica, Queens entre 1970´s y 80´s era un escenario
poco probable para que naciera un espartano de la era moderna. Mi padre era un
importante hombre de negocios, no tenía un giro en específico, tenía desde
pizzerías hasta aerolíneas. Durante algún tiempo hizo buena cantidad de dinero,
le dedicaba muchas horas a su trabajo, de hecho la mayoría de los recuerdos que
tengo de él, son recuerdos en los que se la pasaba trabajando como loco. No le
importaba si estábamos en casa o de vacaciones – el seguía trabajando sin
parar. Ese es una característica de él que tal vez yo herede, aunque no se
manifestaría en mí hasta varios años después.
El
trabajo y las ganancias de mi papá nos ayudaron a vivir cómodamente, lo cual
fue grandioso. Pero su adicción al trabajo tuvo un precio, lo que me recuerda
que incluso la comodidad tiene sus
inconvenientes. Recuerdo que yo era un niñito engreído que pensaba “no necesito
ir a la escuela; ya que podría trabajar con mi papá”. No me podía quejar de
nada, todo parecía perfecto en mi vida. Para ser sincero, era un mocoso
malcriado.
Sin
embargo, debajo de esa superficie de normalidad había una vida familiar
disfuncional. Mi padre era italiano por lo que vivíamos en un vecindario
italiano parecido al de la película GoodFellas. Mis padres tenían peleas en
casa por lo que mi madre fue hospitalizada en más de una ocasión con lesiones
serias como una nariz rota por ejemplo. Muchos de los miembros de mi familia
estuvieron en la cárcel y de hecho varios nunca salieron. Cuando mis padres o
abuelos iban a visitarlos a la cárcel me mentían, diciéndome que se habían
inscrito en el ejército. Más tarde, cuando me entere de la verdad, también me
entere de un adagio del vecindario: “Debes ser capaz de soportar el paso del
tiempo…”siempre que estaba sufriendo o sólo quería que algo terminara, pensaba,
podría ser peor.
Una
forma en la que mi papá trato de compensarnos por todos sus excesos y falta de
habilidades paternales fue sobornándonos con golosinas y permisos para hacer lo
que quisiéramos. Él decía, “vamos por comida china” y “pueden dormirse tarde”.
Ese fue su intento para compensar todas las cosas malas que hacía. Por
supuesto, como niños, las golosinas y la libertad alimentaban nuestra imaginación
de niños durante las noches.
Mi
madre fue el yin y mi padre el yang. Mientras que mi padre estaba concentrado
al 100% en los negocios haciendo dinero, mi madre estaba 100% concentrada en la
salud y el bienestar. Cuando tenía tres
años, su madre murió de cáncer, una enfermedad que aparecía en niveles más
altos en esa sección de Queens donde crecimos, quizá porque vivíamos cerca de
un basurero. Esta pérdida, hizo que mi mama, mis tías y tíos buscarán
respuestas. Eventualmente, entre todos abrieron una tienda de alimentos
saludables en medio de nuestro vecindario. Porque apareció un negocio como este
en medio de un distrito de salchichas, pasta, pizza, almejas, mejillones y
vino, no lo sé, pero así ocurrió.
El
hombre que trabajaba ahí cambio la vida de mi familia para siempre. Swami Bua
era un yogui indio pequeñito pero muy poderoso, con poco cabello blanco y
dientes chuecos que se había mudado de la India a la Ciudad de Nueva York para
enseñar y practicar yoga y meditación. Él era un monstruo de la resistencia: él
podía soplar en su caracola, al estilo Louis Armostrong, por varias horas con
un solo respiro. Él había conocido a todos, desde Mohandas Gandhi y Bertrand
Russell hasta Mohamed Ali. Cuando murió, algunos chicos decían que él había sido
el hombre más viejo del mundo.
Inspirada
por este increíble hombre, mi madre practicaba yoga, comía alimentos saludables
y meditaba. Ella me inculcó este amor por tener una vida saludable, metiéndome
en la cabeza importantes lecciones cada vez que tenía oportunidad. Su principal
enseñanza fue que la vida no valía la pena a menos que la vivieras al máximo.
Mi madre era una experta en lo que respecta a retrasar la gratificación, aunque
no lo sabía. Mi madre tenía razón, solo que no lo aprecié hasta tiempo después.
A
finales de los 1980´s, cuando la bolsa de valores colapsó, los valores
inmobiliarios se desplomaron, y la fortuna de mi padre se derrumbó junto con
ellos. Mis padres se divorciaron y me mude con mi madre y hermana a Ithaca,
Nueva York. Se supone que mi padre le debía pagar a mi madre la renta como
parte del convenio de divorcio, pero su propio negocio estaba colapsando, y eso
significaba, que a veces, él no podía ayudarnos. Rentamos una pequeña casa, y
había veces que no podíamos pagar la renta, y por supuesto no alcanzaba para
tener una televisión.
El
día que caí por la ventana y me escapé a la casa de mi abuela, era porque
estaba buscando refugió. Mi madre era la que ponía la disciplina en la familia,
y una vez que mis padres se divorciaron y mi padre no vivía más con nosotros,
mi madre se volvió más estricta, algunas veces me golpeaba con una cuchara de
madera u otros utensilios porque yo me volvía cada vez más difícil. Ese día me
harté, mi madre me había hartado, gritándome y haciendo todo lo que una madre
estricta acostumbra.
Así
que yo quería vivir con mi abuela paterna, quien era más suave y dulce que mi
padre. Ella nos daba todo lo que queríamos y yo podía ver TV y comer comida
chatarra todo el día. En retrospectiva, yo quería seguir siendo un completo
desastre, sin disciplina en la vida, como cualquier niño. Yo gravite hacia
ello, como cualquier otro niño.
Para
ser honesto, no todo era tan malo como sonaba. Eso me hizo tener una vida
simple con metas simples. De repente me encontré haciendo todo lo necesario
para asegurarme que hubiera comida en la mesa, yo trabajaba, quería ahorrar
para la colegiatura de la escuela y poder pagar las deuda de la casa, para que fuéramos
lanzados. Este era la forma de pensar del que fue en algún momento un niño
malcriado con un padre rico, pero como todo en la vida, todo cambia. Así que tenía un reto mayor ante mí, así que
decidí enfrentarlo. Y como era de esperarse, cuando emerges del conflicto, como
cualquier otro desarrollo en tu vida, son buenas noticias en comparación con tu
estado anterior.
En
retrospectiva, esta espiral financiera descendente fue lo mejor que me pudo
pasar, porque recalibro completamente mi marco de referencia. Me hizo apreciar
mucho más las cosas que solía tener en mi vida anterior. Era muy feliz con
mucho menos, ya que todo por encima de esa línea base significaba mucho más.
Finalmente,
estas experiencias, tan desagradables en ese momento, me ayudaron a ser el
hombre que ahora soy. Me decía a mí mismo “nunca voy a estar en una situación
en la que tenga que iniciar una familia sin tener dinero”. Me hice la promesa
de nunca ser miserable ni abusivo. Trabajaría para alcanzar todas mis metas y
superar todas las expectativas para ser una persona excepcional. Hasta hoy,
nunca nos verás “abusando” de los corredores espartanos. Nosotros entrenamos,
enseñamos y somos duros con ellos para hacerlos apreciar lo que tienen y
convertirlos en mejores seres humanos. Esa es el alma de Spartan Race.
Así
que mi plan era trabajar muy duro, sacrificarme en el presente para hacer
dinero, y no casarme hasta que tuviera dinero y dejar la vida que había tenido
durante mi niñez. Pensaba “voy a utilizar los siguientes 15 años trabajando
duro mientras que mis amigos están de fiesta”. Pude alcanzar mis metas a través
del trabajo y quitando del camino al chico del al lado, sin detenerme ante
cualquier obstáculo que se me presentará.
Parte
de eso fue lo que me hizo decidir que quería asistir a Cornell, aunque pensaba
que no era un estudiante dotado ni mucho menos, y en realidad no sabía ni como
estudiar. Mi amigo en ese tiempo me decía “Hey, vamos a parrandear todo el
verano, y en otoño nos pondremos las pilas”. Yo decía “al carajo, yo voy a
estudiar todo el verano ya que tengo que estudiar ahora que tengo oportunidad”.
Al final él se fue a la Universidad de las Vegas, mientras que yo entre a
Cornell. Así es como he conseguido todo en la vida, esforzándome, ya sea haciendo
mi tarea de forma anticipada o entrenando para una carrera.
Para
ganar dinero, empecé a limpiar la alberca de nuestro vecino. En ese momento, no
sabía que él era la cabeza de la familia del crimen organizado Bonanno. Yo solo
pensaba que él era un gran vecino interesado en ayudar a ganarse unos dólares
al chico de la puerta de al lado. El abrir esa simple puerta cambio mi vida
para siempre. Termine limpiando o construyendo albercas para todos los
involucrados con las “cinco familias del crimen organizado” que tenían una
alberca o querían construir una. Eso se convirtió en un negocio multimillonario
con 700 clientes, una máquina lucrativa que empleaba a mi familia y amigos, y
que servía para pagar mis cuentas y algo más.
Durante
los 12 años que operé ese negocio, estaba en mi mejor forma porque hacía mucho
ejercicio 7 días a la semana. Como resultado, podía comer lo que quería sin
engordar. Sin embargo, con el tiempo entre a Wall Street, seguía comiendo de la
misma manera, así que gane algunas libras. No paso mucho tiempo para
encontrarme completamente fuera de forma.
Me
sucedió lo que le pasa a madres recién paridas, atletas o cualquiera que come
para mantener cierto desgaste o actividad física, es decir, que seguí comiendo
de la misma forma aun cuando ya no tenía el mismo nivel de actividad. Un cuerpo
en movimiento tiende a seguir en movimiento. Mi madre solía decir: es fácil
ejercitarse cuando haces ejercicio.
Uno
o dos años después, me comprometí con un amigo respecto a algo que parecía
bastante ridículo, mi amigo había aparecido en la portada de la revista Men´s Health y tenía un físico
perfecto. Él quería que formará parte de su equipo para participar en una
carrera de aventura. Aunque parecía una buena oportunidad para obligarme a
retomar mi buen estado físico anterior, esta carrera parecía demasiado exigente
para gente sin experiencia como yo. Sin embargo, el siguió insistiendo y no descansó hasta que
logro colocarme en la línea de salida de dicha carrera. Ahora me doy cuenta que
ese evento cambio mi vida. Descubrí algo, que a partir de ese momento, guiaría
mucho de mi vida: cuando te comprometes con algo, estás obligado a entrenar
para ello. Así como en los negocios: estás forzado a trabajar. Así como cuando tienes un hijo: estas forzado
a cuidarlo. Antes que te des cuenta ya estás haciendo circo, maroma y teatro
para cumplir con tus compromisos.
Mi
primer evento de resistencia fue un medio maratón, el cual hice casi sin
entrenar y sin tener ninguna preparación. La sensación que provocó en mí, fue algo
como lo que un adicto debe sentir después de su primer toque – estaba
enganchado. Algo se desencadeno en mi cerebro. Fui un chico al que se le tenía
que obligar hacer casi todo. Ahora estaba involucrado en algo, que trascendía
los límites del miedo, la incertidumbre y a mi propio cuerpo. Había conseguido
varios millones con el negocio de las albercas, pero eso ya no era suficiente.
Ahora me estaba enfrentando a mis propios demonios y los quería derrotar. Eso
me súper cargo de energía.
Así
que me inicie en las carreras de obstáculos y de aventura. Inicie con una
carrera de aventura de 3 horas en la que se tenía que hacer ciclismo, natación,
remar en kayak y correr, amé lo caleidoscópico de los retos que se presentaron.
¿Quién no amaría sentirse como un deportista olímpico o un marino, o un
explorador? De repente, estaba ahí afuera haciendo esas cosas que solo había
visto por televisión. Era un aventurero, y eso me hacía sentir increíble.
Retomar mi condición física fue un juego de niños comparado con los efectos que
el resto de los eventos de resistencia tuvieron en mí. Me ayudaron a definir
quién era y en quien me necesitaba convertir. Inicié despertando súper
temprano, comía súper saludable y finalmente seguí los consejos de mi madre
respecto al yoga, lo cual había estado tratando de compartir conmigo durante 25
años. También empecé a encontrar amigos quienes disfrutaban estos retos al
igual que yo.
Seguí
cruzando la línea de meta en cada carrera. Le preguntaba a cualquiera que se
dedicará a esas cosas: ¿Qué más hay, algo más difícil? “dame el reto más
demandante que tengas”, eso se convirtió en mi mantra. Me volví adicto de
agredirme a mí mismo. Lo único que quería hacer era participar en las carreras
más locas y demandantes. Durante las carreras mostraba mucha perseverancia,
incluso los demás me empezaron a llamar loco.
En
2001, participe en los siguientes eventos:
·
Raid
International Ukatak, Canada, en Enero.
·
IditaSport, Alaska, en Febrero.
·
Odyssey Adventure Race, Big Island, Virginia, en
Marzo.
·
OAR Beast of the East, Clayton Lakes, Virginia, en
Abril.
·
Raid the North Extreme, Newfoundland, en Junio.
·
Adrenaline
Rush, Dublin, Irlanda, en Julio.
·
Discovery Channel World Championship, Saint Moritz,
Suecia, en Agosto.
Mientras
más difícil la carrera, más la amaba. Imaginaba que así era como un astronauta
se sentía – al experimentar cosas de la vida cotidiana, fueran completamente
insatisfactorias. El historial de mis carreras de resistencia, en solo un año, tenía
más de 50 ultra eventos, incluyendo 12 Ironman. La mayoría de mis carreras eran
de 100 millas o más, con algunos maratones tradicionales entre ellas. Una vez
hice la Vermont 100, el Iroman de Lake Placid y la Badwater Ultra en una
semana.
Pero
nada fue tan difícil como hacer la Iditarod a pie, lo cual fue muy loco.
Estuvimos a 32 grados bajo cero durante toda la carrera. Me mantuve caminando
durante 10 días. Imagínate orinarte encima porque el hecho de bajarte los
pantalones era peor. Imagina que al meterte al agua, tus extremidades se
entumecían inmediatamente. Imagina que tus pestañas están congeladas y que
estas alucinando que los osos te están persiguiendo. Ah, ¿ya mencione estuve
hambriento durante casi toda la carrera?
Estaba
fuera de mi mente, y a veces, fuera de mi cuerpo. Parecía que estaba corriendo
hacia algo o huyendo de algo. Me inscribí voluntariamente a un paseo a través
del infierno, forzándome a situaciones donde el agua, el abrigo y la comida
ocupaban cada pensamiento. En aquellos momentos, me di cuenta de lo
verdaderamente importante en la vida, todas las cosas por las que estuve
estresado durante muchos años, eran mera vanidad. Mi determinación para llevar
mi cuerpo al límite era un esfuerzo paralelo con la necesidad de entender que
es lo que impulsaba a gente como a mí hacer ese tipo de locuras.
LA
SEGUNDA MITAD DE LA CARRERA
Un
viejo refrán de corredores dice, “corres la primera mitad de la carrera con tus
piernas, y la segunda mitad con tu mente”. Lo creas o no, puedes hacerlo aun cuando han pasado 8 días y piensas, “ya
no puedo dar otro paso”. Me gusta decirle a la gente que salgan a correr sin
dinero en una sola dirección tanto como puedan, y luego intenten regresar a
casa. Ese es un comportamiento espartano. Este libro, y la Spartan Race, se tratan
sobre la segunda mitad de la carrera, cuando tu mente no solo te juega bromas
sino que te obliga a renunciar o a seguir adelante. Donde la distancia se convierte en un
pensamiento relativo. Una carrera larga para ti no significa lo mismo para mí,
o para el chico o chica de al lado y viceversa.
Los
humanos tienen una marcada resiliencia que a menudo no es utilizada, pero de
hecho, la historia está plagada de hazañas de resistencia, pruebas de
supervivencia que parecen casi imposibles. Yo no solo intento hazañas
similares, las estudió. Consideró como se originaron, como se realizaron y hago
autopsias de sus restos. Algunas veces el más pequeño detalle puede significar
que la empresa completa falle. Para mí, estas expediciones son una metáfora
sobre como la vida debe ser vivida. Estos hombres y mujeres deben estar
agradecidos por haber vivido su vida al máximo.
Sir
Edmund Percival Hillary hizo algo que ningún hombre había realizado antes,
cuando él y un compañero explorador, Tenzing Norgay, conquistaron la cima del
Monte Everest en 1953. Ellos fueron parte de la expedición Royal Geographic
Society, la cual incluía una docena de alpinistas, 35 guías y 18 toneladas de
equipo y comida. Era el tipo de soporte masivo que se requería para ayudar a
dos hombres a llegar a la cima, a través de una ruta especialmente peligrosa.
Un
equipo ya había fallado al tratar de alcanzar la cima antes de que Hillary y
Norgar lo intentaran nuevamente. Hillary despertó esa mañana y se dio cuenta
que sus botas estaban congeladas y adheridas al suelo. Tuvo que esperar dos
horas para iniciar el ascenso final, ya que ese fue el tiempo que le tomó sacar
sus botas del hielo antes de trepar la corta distancia restante. Luego del
percance de las botas siguieron adelante, y a las 11:30 a.m. del 29 de mayo de
1953 alcanzaron la cima de la montaña que se eleva 29,035 pies. Hillary declinó
ser fotografiado por Norgay en la cima del Everest. Hillary era un verdadero
espartano: él no quería la fama, incluso estando en la cima del mundo.
Este
no fue su único logro. Hillary también llegó a los dos polos de la tierra y
dedico buena parte de su vida ayudar a la gente Sherpa de Nepal. Más tarde
perdería a su esposa e hija cuando su avión se estrelló en los Himalayas, y el perdió
el vuelo que terminó colisionando con otro avión sobre Queens, Nueva York en
1960. Nuestras cimas del Everest son efímeras, si somos lo suficientemente
afortunados de alcanzarlas todas. Son una oportunidad para la reverencia y la
humildad, no para levantar el puño o inflar el pecho.
En
otra de mis aventuras espartanas favoritas, un hombre llamado Steven Callahan
pasó 65 días a la deriva en una lancha inflable en el Océano Atlántico después
que su bote se hundió. De alguna forma, tuvo la idea de bucear y rescatar
algunas provisiones del bote hundido. Durante 1,800 millas náuticas, sobrevivió
arponeando peces mahi mahi y peces ballesta. Improvisó herramientas para
almacenar agua de lluvia para beber. También se las ingenió para mantener un
régimen de ejercicio regular durante el naufragio, lo que le permitió perder
solamente la tercera parte de su peso. En el día 76 de Callahan en el mar,
pescadores lo rescataron cerca de las costas de Guadeloupe. Posteriormente,
escribió un best seller, Adrift, el cual trataba sobre su hazaña.
Esto
suena como una experiencia infernal, y en muchas formas, sin duda lo fue.
Imagina el estrés provocado por tiburones rondando, el hambre, la sed, la
soledad, equipo funcionando mal, y sin aparente posibilidad de ser rescatado-
Callahan vio nueve barcos, pero sus tripulaciones no lo vieron. Había rescatado
un arpón después del naufragio, y en algún momento, el calculó mal el tiro a un
pez y realizó por error un agujero en su lancha. Imaginen el aburrimiento que
casi lo lleva a la locura, que lo pudo haber obligado a realizar tantas
locuras. Imagina que estas enfrentando el momento más incómodo de tu vida,
multiplícalo por 10, y sobrevívelo durante 76 días. Incluso Callahan alcanzó la
trascendencia durante esta aventura épica, descrita en sus memorias como “una
mirada al cielo desde un asiento en el infierno”.
Estas
historias de resistencia y eventualmente de triunfo frente a una gran
adversidad forman parte de la historia espartana. Como en el caso de Callahan
perdido algún tiempo en el mar, no siempre se trata de retos físicos. Callahan
estuvo a merced del océano durante el viaje entero. Lo que hizo ese viaje tan
memorable fue la perseverancia y el ingenio que utilizó para sobrevivir.
En
muchas maneras, esto es lo que diferencia a las Spartan Races de otros deportes
y actividades. Seguro se necesitará resistencia y fortaleza física para pasar
los obstáculos, pero podría no ser suficiente; también tienes que buscar soluciones
locas para problemas inesperados que se presentan durante todo el camino, así
que tendrás que usar tu ingenio. Si Callahan hubiera estado en excelente forma,
con los músculos bien definidos, eso podría haberlo ayudado- pero solo hasta
cierto punto. La verdadera clave fue haber tenido la iniciativa de recuperar
aquellos elementos después del naufragio, para fabricar dispositivos para recuperar
agua de lluvia, para pescar sin caña… para sobrevivir.
Después,
está la historia de sobrevivencia del aventurero sueco Göran Kropp. En octubre
de 1995, dejo Estocolmo, Suecia, en bicicleta y rodo hasta la base del Monte
Everest, llegando ahí en abril de 1996. Escaló el Everest, alcanzando la cima
sin máscara de oxígeno y sin ayuda de los Sherpas. Después descendió de la
montaña para eventualmente pedalear de regreso a Suecia. Si alguien te invita a
emprender algún tipo de aventura salvaje, que te obligue a decir: “eso es
imposible, o estás loco”. Recapacita tu respuesta, nada es imposible. Podrá ser
duro, verdaderamente duro, pero completamente realizable si se dan las
circunstancias correctas. El cliché es cierto: el que tiene voluntad, halla el
camino. Retos aparentemente insuperables que te retan en los negocios,
deportes, salud y relaciones, son más manejables y alcanzables de lo que te
imaginas.
Las
últimas dos expediciones que quiero mencionar no fueron una simple hazaña, como
escalar el Monte Everest, o un accidente, como el desastre en el océano de
Callahan. Estas fueron expediciones de descubrimiento meticulosamente
planeadas, una concentrada en el Oeste Americano, y la otra en la Antártica. La
primera es la expedición de Lewis y Clark, familiar para la mayoría de nosotros
durante nuestros días de escuela. Comisionados por el presidente Thomas
Jefferson después de la compra de Lousiana, esta fue la primera y más grande
expedición para explorar y mapear los Estados Unidos más allá del Río
Mississipi. El capitán Meriwether Lewis, el segundo teniente William Clark y un
grupo de otros hombres empezaron en San Luis, Missouri y siguieron por canoa a
través de Missouri, Nebraska y las grandes planicies hasta terminar en el
Océano Pacífico en Oregón antes de regresar por la misma ruta hacia casa.
Partieron en mayo de 1804 y regresaron a casa en septiembre de 1806.
No
hay necesidad de remarcar, que fue un viaje de dos años y medio, con un solo
incidente grave, un sargento murió debido a una apendicitis. Pero cuando los
aventureros salieron a explorar nuevos territorios, sus rudimentarios mapas
estaban incompletos, llevándolos a problemas constantemente. Una cita en el
diario de Jefferson sobre uno de los primeros viajes al oeste sugería que Lewis
y Clark tuvieron que cargar sus canoas del Río Missouri al Río Columbia.
Desafortunadamente, las montañas Rocky estaban en el camino. Ese fue uno de
muchos retos sorteados por estos valientes y aventureros exploradores. Los
inviernos fueron devastadores, escasez de alimento y poblaciones nativas
frecuentemente hostiles con estos intrusos del este.
Lewis
y Clark hicieron contribuciones históricas, desde 140 mapas que dibujaron,
hasta las más de 200 especies de plantas y animales; y más de 70 tribus nativas
que descubrieron. Nada de esto hubiera ocurrido si ellos y sus hombres no
hubieran tenido una mentalidad espartana. Estos hombres no crecieron
conduciendo al súper mercado en autos con aire acondicionado para comprar
alimentos procesados. Hoy pensamos que hacer un Ironman es un logro fenomenal:
2.4 millas nadando, 112 millas en bicicleta y 26 millas corriendo. O un
maratón: la gente entrena 6 meses para correr uno, y cuando cruzan la línea de
meta, es la cosa más maravillosa que han hecho. Bueno, Lewis y Clark hicieron
eso mismo diariamente durante 28 meses.
En
otras palabras, todo es relativo. Con el tiempo, hice mi primer Ironman. Ya
había completado 8 carreras de 10 días, así que el Ironman se sintió como un
calentamiento para mí. Solo tomo 12 horas. Pensé, esto es increíble. Esto es
fácil. En contraste, si la cosa más intensa que he realizado es caminar al
supermercado a un cuarto de milla, un Ironman podría representar un obstáculo
imposible de vencer. En el pasado, debido a que no era un atleta natural, nunca
pensé que pudiera hacer un Ironman cuando escuchaba sobre ellos. Pero después
de realizar estas carreras de aventura de varios días, sabía que podría. Todo
depende de tu marco de referencia.
Cuando
ya has vivido todas esas experiencias, los problemas cotidianos no parecen tan
graves. Sin esa experiencia, que no nos sorprenda encontrarnos con adultos
exclamando, “Oh Dios mío, los niños están gritando y las bolsas del súper se
rompieron. Que día tan horrible, hoy ha sido un desastre”. ¿Desastre? No
tenemos idea de lo que es un desastre. Muchas personas se sienten innecesariamente
obligadas a tener cosas que no necesitan, como autos lujosos, aparatos
electrónicos y otras comodidades. Es desafortunado, pero así es como nuestra
sociedad ha evolucionado.
Imagina
la vida hace 150 años. Un oso te persigue en la mañana mientras tú estabas
tratando de llevar leña para calentar tu casa. Un zorro se comió tu pollo.
Ahora tienes que arreglar la cerca para que no vuelva a ocurrir. Oh, espera, tu
hijo tiene neumonía, así que tienes que caminar 18 millas para conseguir
medicina. Suena duro, pero pienso que todos necesitamos sufrir un poco. El
umbral del dolor, la tolerancia a los obstáculos, solía ser mucho más grande
antes que ahora. Nosotros tratamos de re-crear algunos obstáculos de aquellos
días en nuestras Spartan Race.
Cuando
lees los apuntes de Lewis, Clark, y sus hombres, no hablaban de estar
deprimidos, a pesar de sus extremas dificultades. Estaban muy ocupados tratando
de mantenerse vivos, sin melancolía a su alrededor. Ahora, la depresión se ha
extendido en nuestra sociedad, entre todo lo bueno que tenemos. Todo este
material de riqueza no los hace felices.
Sin
embargo, nada resuena más con los Spartan que la expedición imperial tras
antártica realizada por Sir Ernest Shackleton
y su tripulación en Octubre de 1914. Si la Spartan Race tuviera un santo
patrón, Shackleton sería ese hombre. Shackleton realizó varias cosas
impresionantes durante su vida y fue nombrado caballero, pero una de ellas
sobre sale de entre todas las demás.
Dos
veces, Shackleton trato sin éxito en convertirse en el primer hombre en
alcanzar el Polo Sur. Desafortunadamente para él, en 1911, un explorador
noruego lo logró antes que él. Perder tal premio puede romper el alma de un
hombre. La gente recuerda a quien llego primero y planta ahí su bandera. El
hombre que llega en segundo lugar es fácilmente olvidado. ¿Puedes nombrar al
hombre que llego al nuevo mundo después de Cristóbal Colón? Incluso durante la
llegada a la luna, tres hombres llegaron al mismo tiempo, pero recordamos a
Neil Armstrong, como el primer hombre en pisar la luna.
Aun
atraído por la Antártica, o tal vez porque quería un premio de consolación: él
quería convertirse en el primer hombre en cruzar el continente congelado de
punta a punta en el Polo Sur. El necesito 2 tripulaciones de 28 hombres
(incluyéndolo a él), para cada uno de los dos barcos. Un barco lo dejaría a él y a su equipo en un
lado de la Antártica, mientras que una tripulación de apoyo encabezaría otra
expedición desde el otro lado del continente. Dichos hombres podrían montar
estaciones de abastecimiento que podrían ayudar al equipo de Shackleton en la
recta final y recogerlos al final si todo salía conforme al plan.
Nadie
puede acusar a Shackleton de hacer falsa publicidad, dado que el anuncio que el
publicó fue el siguiente:
SE SOLICITAN HOMBRES
PARA UN VIAJE PELIGROSO. BAJO
SALARIO, FRÍO, LARGOS MESES EN COMPLETA OBSCURIDAD, PELIGRO CONSTANTE, REGRESO
SEGURO MUY DUDOSO. HONOR Y RECONOCIMIENTO EN CASO DE ÉXITO.
ERNEST SHACKLETON
Cinco mil hombres respondieron al anuncio, de
los cuales 56 fueron seleccionados. 69 perros canadienses para trineos se
anexaron a la expedición, una decisión que probablemente le salvaría la vida en
formas que Shackleton jamás hubiera pronosticado.
Después
de zarpar de Buenos Aires navegaron durante seis semanas, el barco de
Shackleton, el Endurance, navego durante 100 millas cuando el barco tuvo que
detenerse. Estaba rodeado por bloques de hielo, los cuales flotaban en la
superficie del océano, convirtiéndolo en una hielera gigante. El clima no sería
lo suficientemente cálido para derretir el hielo hasta primavera, para lo cual
faltaban muchos meses. Nadie más sabía de la ubicación del barco ni del
problema en el que estaba, por lo que estos marinos varados no podrían recibir
ningún tipo de ayuda. Además, aunque hubieran sido capaces de transmitir su
mensaje de ayuda, nadie en su sano juicio podría ser lo suficientemente loco
para viajar ahí, aunque pudieran.
Después
de 10 meses, el hielo errante chocó con el barco. Los hombres abandonaron el
barco por orden de Shackleton. Montaron un campamento en un pedazo de hielo
gigante con solo una fracción de las provisiones originales y solo tres de los
cuatros botes salvavidas. Subsistieron gracias a la caza de pingüinos y focas
en la constante obscuridad. Shackleton trato de realizar varias travesías fuera
del pedazo de hielo, cada vez necesitaba ir más lejos abarcando cientos de
millas para tener éxito, pero todas fracasaron. Esto dejo a los hombres más
expuestos, en una posición más vulnerable que antes, cada vez con menos
provisiones. Al final, para no morir de hambre,
tuvieron que sacrificar y comerse a los perros.
El
gran bloque de hielo flotó por 1,300 millas hasta que se empezó a derretir;
fueron de una situación extrema a otra. Los hombres se tuvieron que amontonar
en tres lanchas para intentar llegar a las Islas Elefante a 150 millas de ahí, lo
que no les aseguraba la supervivencia en absoluto. Lo lograron, pero las islas no eran mucho más
hospitalarias que la placa de hielo de la cual habían escapado.
Se
dieron cuenta de que estaban fuera del alcance de cualquier ruta marítima, o
rutas de comercio, por lo que Shackleton emprendió un último esfuerzo para
sobrevivir: él junto con varios de sus hombres intentaron viajar 850 millas por
el mar hasta la Isla South Georgia, un viaje a través de aguas heladas que
requeriría una casi milagrosa hazaña de navegación. De alguna forma, lo
lograron – solo para encontrar que habían llegado al lado equivocado de la
isla. Así que tuvieron que caminar 36 horas a través de montañas y glaciares.
Al
final, Shackleton rescato a todos sus hombres, pero el murió en su barco en la
ruta de otra expedición polar cuando tenía 48 años de edad.
Lo
que estos hombres – aventureros, pioneros, sobrevivientes – tenían en común es
que se enfrentaron en algún punto, a una situación en la que ya no tenían más
opciones. Hillary no se negó a la inmortalidad solo porque su bota se congeló y
quedo pegada al suelo. Lewis y Clark no se negaron a seguir adelante solo
porque sus mapas fueran imprecisos. En el caso de Shackleton y sus hombres
tuvieron que comerse a sus perros, o hubieran muerto de hambre; tuvieron que
realizar un viaje peligroso en el mar, o pudieron morir olvidados en esas
islas; ellos tuvieron que caminar a
través de la Isla South Georgia sin descansar ni siquiera 10 minutos, porque
podrían haber desmayado en el frío, pesé a todo ello, nunca se dieron por
vencidos.
Ninguna
de estas fueron situaciones fáciles. Pero la que más resuena conmigo es la
historia de Shackleton, ya que por un lado, fue una hazaña de resistencia
pura; y desde otro punto de vista,
mostró una increíble administración del proyecto.
ENCONTRANDO MI
PROPIO CAMINO A CASA
Tal
vez nosotros no hemos mapeado nuevos territorios o no nos hemos perdido en el
mar, pero Andy Weinberg y yo hemos corrido por todo el mundo. A donde quiera
que vamos, me preguntaba si “¿podría
vivir aquí?” estaba buscando lugar que me permitiera alejarme de los caminos
fáciles, de los gadgets y de todas las innovaciones diseñadas para hacer la
vida más cómoda y más segura. Quería regresar a como solían ser las cosas
anteriormente. Una vez, estaba en otro país haciendo una carrera de 8 días
cuando eso me vino a la cabeza. Los aldeanos locales que encontramos a donde
quiera que íbamos siempre estaban sonriendo. Parecían siempre felices. Tenían
todo lo que necesitaban porque vivían vidas simples. Eso empezó a tener más y
más sentido. Eso me hizo sentido a mí, y eso quería para mi familia también.
Ese
lugar resultó ser Pittsfield, Vermont. Así que en 2003, tome algo de dinero que
había hecho en Wall Street y compre una granja orgánica de 140 acres. Después
mude a mi familia a Pittsfield, rápidamente nos adaptamos al paisaje local. Me
convertí en un hombre de familia que trabajaba la tierra usando métodos
orgánicos de siembra. Anhelaba la simplicidad, y tenía tiempo para enfocarme en
lo que tenía por delante: trabajar la tierra y criar a mis hijos.
Cuando
llegamos a Vermont, fueron años difíciles. Los locales no nos aceptaban del
todo, no había tráfico, ni siquiera en el buen sentido, todo se apagaba durante
la temporada de casa. La gente tenía diferentes prioridades y las noticias
viajaban muy rápido. Tomo algo de tiempo, pero al final, todo ocurrió como lo
tenía planeado – afortunadamente.
Se
suponía que Pittsfield, Vermont sería mi hogar para el retiro. Una especie de
jubilación. Otros miembros de mi circulo allegado no solo me visitaban en mi nueva
pensión, también se empezaron a mudar aquí. Probablemente hay 10 de nosotros
por aquí ahora. Todo inició cuando Andy le dijo a su esposa que quería mudarse
aquí. “Mi esposa es de Kansas City, Missouri, una gran área metropolitana con cerca
de 500,000 habitantes”, el recuerda. “Había tiendas similares a Bed Bath &
Beyond en cada calle, concreto por todos lados, autopistas con seis carriles.
Así que le pedí que se mudará a Vermont, se llamó a si misma peregrina,
mientras que en mi caso, estar afuera es lo que amo. Ahora mis hijos están
siendo criados en un lugar seguro, limpio, donde la gente es feliz y donde hay
mucho por hacer. Para nosotros ha sido mucho mejor y ahora ella lo disfruta. Le
gusta la vida simple”.
¿Soy
intenso? Si, y soy el primero en admitirlo. Hace una semanas realice más de 10,
000 burpees porque nuestro nuevo equipo de marketing me comprometió con ello.
Tengo una enorme pasión por la vida, así como por todo el equipo Spartan.
Cuando eres alguien con ese tipo de pasión, siento que debes compartirla con el
mundo. ¿Qué lo provoca? Estoy seguro que en algún nivel es debido a los
problemas que tuve en la relación con mi padre. Está bien responder al dolor
emocional de la niñez con adicciones positivas y con una necesidad entusiasta
de auto mejora. Como adultos nos paralizamos frecuentemente por esas antiguas
preocupaciones y nos encontramos repitiendo los mismos errores cientos de veces
porque nos repetimos que no podemos hacerlo.
Así
que, convertí mi dolor en un motor y aprendí como dirigir el barco hacia la
felicidad y el éxito. En realidad el dolor nunca se fue, pero he domado cada
parte de él así como he entrenado mi cuerpo.
He
tenido este sueño recurrente toda mi vida. En él, estoy atorado, trato de
moverme más rápido pero no puedo. Corro pero no soy capaz de llegar a ningún
lado – tal vez sea provocado por aquel profundo recuerdo de ese momento de mi
niñez cuando tuve que saltar por la ventana.
He
estado haciendo negocios desde que era un niño, y cada día, desde el segundo en
que despierto y la luz me da en el rostro, se lo que voy hacer. Es como una voz
en mi cabeza diciéndome: si no lo hago, ¿entonces quien lo hará? Últimamente he
estado reflexionando si esta pasión necesita compartirse, creo que todos deben de
darse la oportunidad de ir hacia las cosas que quieren lograr en la vida.
Lección
de vida número 1 de Spartan Up!: cada obstáculo presenta una oportunidad.
En
tiempos antiguos, un rey mando colocar una pesada roca en un camino. Después se
ocultó y miró si alguien podría quitar el estorbo del camino. Algunos de los
comerciantes más ricos y de los cortesanos pasaban por ahí y simplemente la
rodeaban. Incluso, algunos insultaban y se burlaban del rey por no mantener los
caminos limpios, pero ninguno hizo si quiera el intento de mover la roca.
Luego
paso por allí un campesino cargando un bulto de vegetales. En cuanto se
aproximó a la roca, bajo su bulto y trató de mover la roca a un lado del
camino. Después de mucho empujar y jalar, finalmente lo logró. Después, cuando
el campesino recogió su carga de vegetales notó una bolsa en el lugar donde
había estado la roca. La bolsa contenía muchas monedas de oro así como una nota
del rey indicando que el oro era para la persona que removiera el estorbo del
camino. El campesino comprendió lo que muchos de nosotros no hemos podido: cada
obstáculo presenta una oportunidad para mejorar nuestra condición.
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Autor
desconocido.