Nuestros
ancestros los tenían, ¿Por qué nosotros no?
¿Recuerdas
la película de dibujos animados del 2008 llamada Wall-E? La película mostraba
una triste imagen del futuro de la raza humana – esencialmente, nos convertíamos
en una sociedad de obesos, las personas con una pésima condición física eran
transportadas a través del espacio en sillones flotantes y se alimentaban cada
vez que así lo requerían. Seguro, suena divertido, pero me tengo que rascar la cabeza
y preguntarme: ¿será eso realmente nuestro futuro?
Hay
evidencia que sugiere que esta representación caricaturesca del futuro no está
muy alejada de la realidad. Estimaciones recientes indican que el 50% de los
norteamericanos serán obesos para el año 2030. En la actualidad, ya no necesitamos
salir de nuestras casas para comprar comida – en realidad, ya no tenemos que
salir de nuestras casas para comprar nada. Unos cuantos clicks, y podemos tener
cajas de comida procesada, pañales para bebes o cigarros en la puerta de
nuestra casa. ¡Que maravilla! Y así podría seguir y seguir sobre la alarmante
trayectoria hacia la obesidad, pero eso no resolverá el problema. Para resolver
el problema, necesitamos echar un vistazo al pasado – hace 5,000 años – y aprender.
Hace
5,000 años, la funcionalidad de los humanos reflejaba la forma del cuerpo
humano. Por cientos de miles de años hasta ese punto, nuestros cuerpos se han
adaptado a ciertos tipos específicos de movimientos – caminar, correr, cargar, arrastrar,
saltar, gatear y trepar. Nuestros cuerpos evolucionaron al punto de convertirse
en máquinas calibradas cuidadosamente, con músculos que movían huesos en
respuesta a una sinfonía de señales provenientes de su sistema nervioso
central. En pocas palabras, los seres humanos hacían lo que sus cuerpos habían
evolucionado para hacer bien. Irónicamente, mientras los humanos hemos
desarrollado un conocimiento más sofisticado de cómo funciona nuestro cuerpo,
nos hemos vuelto cada vez menos saludables.
Vamos
a empezar desde atrás. La kinesiología, o el estudio de los movimientos
humanos, aunque esta disciplina data desde la antigua Grecia, hay algunos
indicios de que el ejercicio era recetado para mejorar la salud alrededor del
año 2,600 A.C. Ósea, mucho tiempo antes
de que la Grecia antigua existiera. Pinturas que datan del año 2,500 A.C.
descubiertas en la tumba de Beni-Hasse muestran algunas imágenes de ejercicio,
juegos de pelota, y luchas. Muchos cientos de años después, un peleador y
boxeador griego llamado Herodicus decía que el ejercicio puede prevenir
enfermedades y mejorar el desempeño atlético. El creía que el consumir comida
sin hacer ejercicio provocaba una digestión deficiente, lo que provocaba
enfermedades. Esto corresponde a la ecuación moderna del equilibrio energético
(calorías que entran, calorías que salen). Mientras esto es obvio para
nosotros, el hecho que Herodicus había descubierto sugiere que la gente de su
tiempo había empezado a olvidarlo o a ignorarlo.
Hipócrates
hizo descubrimientos similares a través de la medicina. Los escritos de
Hipócrates son una colección de más de 60 trabajos médicos escritos por el
mismo Hipócrates o relacionados con sus enseñanzas. En el volumen llamado “la
naturaleza del hombre”, Hipócrates escribe sobre las enfermedades y los estados
provocados por el ejercicio y que son curados por el reposo, y también sobre
las enfermedades que son curadas a través del ejercicio. El notó que solamente
el comer no era suficiente para el hombre, también tenía que hacer ejercicio. Tanto
la comida como el ejercicio, trabajando juntos producían “salud”. Al igual que Herodicus,
Hipócrates estuvo escribiendo estas cosas por una razón. Quizá el vio los
efectos de una sociedad enferma que empezaba a volverse floja debido a la
abundancia. Cualquiera que fuera la razón, el hecho de que Hipócrates apuntaba
sugería una verdad básica, respecto a que su gente al igual que la de Herodicus
había empezado a perder el contacto con la actividad física.
Siguiendo
la línea de tiempo desde aquel entonces hasta nuestros tiempos, vemos como la
gente ha ido descubriendo, una a una, las piezas que forman la columna vertebral
del entrenamiento espartano. Por ejemplo, Galeno, quien fue pupilo de
Hipócrates, desarrolló una teoría de la medicina alrededor de “lo natural” y lo
“no natural”. Lo NO NATURAL incluía seis cosas:
1. Aire
2. Comida y bebida
3. Movimiento y descanso
4. Dormir y despertar
5. Excreciones y retenciones
6. Pasiones de la mente
Galeno
creía que ninguna de estas seis cosas nacía con el ser humano, por lo tanto el
las llamaba “no naturales”. En nuestra nomenclatura moderna, nosotros las
llamamos “elecciones del estilo de vida”. Galeno también descubrió que un
trabajo físico intenso era muy bueno no solo como trabajo sino para alcanzar
nuevos pesos o nuevas marcas. También sugirió que los atletas evitarán el sobre
entrenamiento y realizarán actividad física con moderación. Finalmente, él
estudió anatomía, acuñando términos que aún se utilizan, como por ejemplo la
clasificación funcional de las articulaciones (diartrosis y sinartrosis) y
algunas funciones musculo esqueléticas.
Este
sistema médico, el cual forma parte esencial del sistema de entrenamiento
espartano, perduro por miles de años. Por ejemplo, el físico español Cristóbal
Mendez hace referencia a las seis cosas no naturales de Galeno en un libro. Alrededor
del mismo tiempo, los educadores italianos Vittorino y Maffeuseginus integraron
al ejercicio dentro de su programa educativo – un concepto muy espartano. Otro
italiano, Santorio, registró meticulosamente su peso durante 30 años después de
comer, ayunar y trabajar, convirtiéndose así en el primer estudio de los
efectos de la dieta y la actividad física en el aumento y disminución de peso. En
el siglo XVII, Leonardo Da Vinci, Vesalius, Galileo y Borelli hicieron intensos
estudios de la anatomía humana; esbozaron cada músculo del cuerpo humano y se
convirtieron en los primeros biomecánicos. Después en el siglo XVIII, físicos
como Francis Fuller escribieron libros enteros alrededor del concepto de la
medicina y el ejercicio. William Heberden incluso encontró que uno de sus
pacientes curó su enfermedad cardíaca talando madera durante 30 minutos al día.
Suena como una receta que daría un doctor espartano ¿verdad?
Desde
entonces nuestro conocimiento médico ha ido aumentando. Por ejemplo, los
físicos del siglo XVIII sentaron las bases para entender el metabolismo que
produce el cansancio. Hales, Black, Preistly y Lavoisier, por ejemplo,
descubrieron como el oxígeno y el dióxido de carbono se relaciona con el
equilibrio energético y la respiración celular – el sistema mediante el cual
obtenemos energía de los elementos en nuestra
atmósfera. También durante este período de tiempo, Lind identificó la
vitamina C como un nutriente esencial
para la vida y Cavendish empezó a mapear las estructuras de los
carbohidratos, proteínas y lípidos. En el siglo XIX en América, la salud,
higiene, nutrición y la condición física fueron temas calientes entre los físicos.
Incluso el uso del tabaco fue rechazado por los físicos. El primer laboratorio
de fisiología formal fue establecido en la Universidad de Harvard en 1891, y en 1900, nueve hombres se graduaron con
grados académicos del Departamento de Anatomía, Fisiología y entrenamiento
físico. Ellos fueron, en cierto sentido, los primeros maestros de educación
física, instructores y entrenadores personales. Otras universidades siguieron,
incluyendo al Instituto Carnegie, la Universidad de Illinois, y el Colegio
Springfield, todas con sus propios laboratorios. De 1927 a 1946, el laboratorio
de fatiga de Harvard – sí, así era como lo llamaban – colocó más de 350
artículos de fisiología aplicada al ejercicio y enseño a toda una generación de
fisiólogos deportivos. Esta escuela de pensamiento se extendió por el Atlántico
a países como Dinamarca, Suiza, Noruega y Finlandia, donde físicos hacían
descubrimientos “similares”.
¿Por
qué ponemos esa palabra entre comillas? Lo que estoy tratando de mostrarte es
que durante los últimos 5,000 años, los principios fundamentales de la salud holística,
los cuales se han convertido en los principios fundamentales del entrenamiento
espartano y el estilo de vida espartano, no han cambiado. Como dice el dicho,
no hay nada nuevo bajo el sol; y lo mismo aplica con el entrenamiento
espartano. Nuestros ancestros quizá no sabían sobre las reacciones específicas
de las células ni los mecanismos que producen una buena salud y previenen
enfermedades, pero ellos sabían muy bien que debían mantenerse en movimiento, por
lo que corrían, saltaban, lanzaban, gateaban y jugaban. Si ellos estuvieran
aquí ahora, seguramente estarían de acuerdo con nosotros – “me refiero a nosotros,
atletas y entrenadores espartanos” – pero también se rascarían la cabeza y
dirían “¿no todo esto es increíblemente obvio?”
Todo
nuestro progreso científico representa una trágica ironía. Durante los últimos 5,000
años, así como nuestro conocimiento sobre la fisiología humana se ha
incrementado, nuestra salud ha disminuido. Nuestro entendimiento de la salud se
ha extraído del cuerpo y se ha vaciado en los libros. En vez de hacer cosas por
la salud, nos dedicamos meramente a hablar sobre ello. Así como nuestra
tecnología se ha vuelto cada vez más avanzada, empleamos cada vez menos tiempo
en actividades físicas; y como resultado, estamos cada vez más cerca de la
sociedad descrita en la película Wall-E. Para ser honesto, no creo que falte
mucho para que se cumpla la profecía, sin embargo hay una solución intuitiva.
Cuando
viajas, si te das cuenta que has ido en la dirección equivocada durante mucho
tiempo, la solución lógica es dar vuelta. El entrenamiento espartano toma este
concepto y trabaja con él. El entrenamiento espartano toma los movimientos animales
básicos y los vuelve ejercicios primarios. La comida espartana de la semana
recapitula la dieta de nuestros ancestros, es decir, la comida natural, y los alimentos
completos son las bases del plan de nutrición – ya que hemos estado comiendo
estos alimentos y solo estos alimentos durante cientos de años. El Spartan X, o
programa educativo espartano, resucita principios antiguos y prácticas de éxito
que han dominado durante milenios: disciplina, propósito, pasión, autenticidad
y virtud. Retrocediendo y volviendo hacer lo que nuestros ancestros hacían,
regresamos a una forma más auténtica para la salud humana de lo que cualquier descubrimiento
científico puede proveer.
Si
los seres humanos van a sobrevivir al siglo XXI y más allá, necesitamos “retroceder”.
Necesitamos seguir el ejemplo de los grandes creadores – los intrépidos colonizadores
de la Colonia Plymouth, los tipo Henry Knox que arrastraron 60 toneladas de
artillería en trineos por 300 millas a Boston desde Ticonderoga en 1775, y los
Ernest Shackletons quien vivió una verdadera aventura de vida. No podemos
sucumbir ante la automatización de la vida – el crecimiento continuo del nivel
de comodidad en todas las áreas de la vida moderna, el hecho de que podamos
comprar todo lo que necesitamos desde casa, se ha traducido en la reducción
crónica de movimiento o inmovilidad. Necesitamos volver nuestras vidas difíciles.
El movimiento es lo que nos ha permitido vivir los últimos cientos de miles de
años, y sin movimiento, no llegaremos muy lejos en el siguiente capítulo.
Por
Jeff Godin, Ph. D. SGX